Varias veces les he hablado en esta página del barrio de las letras de Madrid, donde hace tres siglos se cruzaban cada mañana, camino de comprar el pan, los periódicos o lo que se comprase entonces, Quevedo, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Góngora y el buen don Miguel de Cervantes, entre otros. Cada cual, como españoles de fina casta que eran, con sus fobias, envidias, desprecios y descalificaciones mutuas a punto de nieve. También comenté en alguna ocasión que si un barrio con semejante pedigrí hubiera estado en Londres o París, todo el lugar sería hoy un inmenso museo al aire libre cuajado de bibliotecas, placas conmemorativas, monumentos y autobuses con turistas. Pero donde está es en Madrid, a ver si me entienden. Capital de España, o de lo que sea este puticlub de carretera. Así que pueden imaginar la diferencia.
1) Genial la Patente de la semana, me ha encantado, estoy todavía con la
sonrisa en la boca ¡buena falta me hacía reírme hoy a carcajadas de las
ocurrencias, no ya de los Okupas, ni de nuestros ilustres escritores, ni
de los amos de los pisos, ni de la policía… sino del “amigo”, con
perdón, Reverte! Si, señor, está hoy muy chistoso, incluso jocoso
diríamos.
Pero bueno, para qué va a querer, el propietario del inmueble en cuestión, “una ruinosa morada” por muy barrio de las Letras en la que se encuentre. ¡Pobres chicos, con todas las viviendas vacías que hay en Madrid y ellos teniendo que vivir en la calle! eso sí, tienen buen gusto los okupas -buen barrio, con caché, transporte público en la puerta, bares, restaurantes, música a gogo, movidas sobre todo nocturnas y los mejores museos de la ciudad al alcance de la mano- por muy ruinosa que esté la casa la ocupación habrá valido la pena.
Hubo un tiempo en el que la gente era solidaria. Me acuerdo de las películas españolas de la época de la emigración en las que los emigrantes españoles asentados ya en Francia, en Alemania acogían, con los brazos abiertos –o no-, a sus compatriotas, les albergaban en sus casas y les buscaban trabajo, deseosos que se fueran rápidamente a otra parte o que compartieran los gastos. En este siglo XXI, en el que nos ha tocado vivir, los europeos y concretamente los españoles, aunque nos quedemos sin empleo ya no emigramos, sólo algunos jóvenes –con sus buenos diplomas en el macuto- cogen sus trastos y se van a buscar mejores vientos a países lejanos.
Entiendo que el movimiento Okupa es un problema y no a todos les une la misma ideología ni las mismas necesidades. Unos lo justificarán como un gesto de protesta política y social contra la especulación, a otros les acuciará la necesidad de encontrar un refugio frente a las condiciones climatológicas del momento y otros, apremiados por las deudas, se sentirán totalmente desamparados ante la falta de recursos y la inoperancia de los gobernantes.
He sido recientemente testigo de varios desalojos de vivienda, no por estar ocupadas por jóvenes ociosos, sino por padres de familia, gente trabajadora, cumplidora, que por circunstancias de la vida se han visto de pronto sin trabajo, sin recursos y por lo tanto, sin poder cumplir con sus obligaciones, entre ellas las de pagar el alquilar de la vivienda que ocupan. ¡En qué estado de desesperación se puede encontrar una persona trabajadora, con varios niños a su cargo, para irrumpir en una vivienda vacía y ocuparla durante el tiempo que se lo permitan las autoridades!
¡Sí, la ocupación tiene sus facetas y vericuetos!
Pero bueno, para qué va a querer, el propietario del inmueble en cuestión, “una ruinosa morada” por muy barrio de las Letras en la que se encuentre. ¡Pobres chicos, con todas las viviendas vacías que hay en Madrid y ellos teniendo que vivir en la calle! eso sí, tienen buen gusto los okupas -buen barrio, con caché, transporte público en la puerta, bares, restaurantes, música a gogo, movidas sobre todo nocturnas y los mejores museos de la ciudad al alcance de la mano- por muy ruinosa que esté la casa la ocupación habrá valido la pena.
Hubo un tiempo en el que la gente era solidaria. Me acuerdo de las películas españolas de la época de la emigración en las que los emigrantes españoles asentados ya en Francia, en Alemania acogían, con los brazos abiertos –o no-, a sus compatriotas, les albergaban en sus casas y les buscaban trabajo, deseosos que se fueran rápidamente a otra parte o que compartieran los gastos. En este siglo XXI, en el que nos ha tocado vivir, los europeos y concretamente los españoles, aunque nos quedemos sin empleo ya no emigramos, sólo algunos jóvenes –con sus buenos diplomas en el macuto- cogen sus trastos y se van a buscar mejores vientos a países lejanos.
Entiendo que el movimiento Okupa es un problema y no a todos les une la misma ideología ni las mismas necesidades. Unos lo justificarán como un gesto de protesta política y social contra la especulación, a otros les acuciará la necesidad de encontrar un refugio frente a las condiciones climatológicas del momento y otros, apremiados por las deudas, se sentirán totalmente desamparados ante la falta de recursos y la inoperancia de los gobernantes.
He sido recientemente testigo de varios desalojos de vivienda, no por estar ocupadas por jóvenes ociosos, sino por padres de familia, gente trabajadora, cumplidora, que por circunstancias de la vida se han visto de pronto sin trabajo, sin recursos y por lo tanto, sin poder cumplir con sus obligaciones, entre ellas las de pagar el alquilar de la vivienda que ocupan. ¡En qué estado de desesperación se puede encontrar una persona trabajadora, con varios niños a su cargo, para irrumpir en una vivienda vacía y ocuparla durante el tiempo que se lo permitan las autoridades!
¡Sí, la ocupación tiene sus facetas y vericuetos!
2) Pienso que las autoridades, sobre todo las municipales, tienen que
tomar cartas en el asunto para regular la adquisición de viviendas de
alquiler. Lo que no se puede tolerar, a mi humilde entender, es que haya
en Madrid y en el resto de España, miles de viviendas vacías y por otro
lado, cientos de personas sin trabajo, sin casa y sin esperanza de
futuro ni para ellos ni para sus hijos, sin contar con todos los
vagabundos, los "sin hogar" que pueblan las grandes ciudades.
Es cierto que no se puede tener un barrio como el de las Letras, con edificios enteros no sólo desafectados sino también abandonados a la suerte del paso del tiempo más aún cuando uno de estos edificios ha estado habitado por personajes ilustres de nuestra Historia literaria. Recuerdo la casa de Velázquez en Valladolid, la de Juan Ramón Jimenez en Moguer (Huelva) o la de Víctor Hugo en París, y tantas otras mas repartidas por el mundo, y no entiendo cómo, con el gran número de turistas que visitan nuestra ciudad, no se intenta aprovechar estas ilustres moradas para disfrute de la turistada tanto lugareña como foránea. Las moradas de los escritores siempre se han considerado como un patrimonio nacional y como tal se debería de sacarles partido.
En una ciudad como Madrid, en la que los albergues están abarrotados, donde muchos vagabundos ocupan portales, soportales y túneles ya que las estaciones de metro y otros lugares sólo se abren en épocas de invierno, ya me dirán uds. donde se pueden refugiar todos los sin-techos de nuestra ciudad y todos los padres o madres de familia que se han quedado en el paro y cuya indemnización o subsidio no les alcanza ni para la manutención diaria de su familia. Ahora bien, estoy totalmente en contra de que se ocupen edificios históricos como pueden ser los del Barrio de las Letras y menos aún teatros, como por ejemplo el Albeniz, cerrado a cal y cuanto, aunque al parecer, no lo suficiente ya que el edificio acaba de ser ocupado por algunas familias.
Por otro lado, la culpa no la tienen, evidentemente, los propietarios de viviendas vacías, si bien a río revuelto, siempre habrá algunos que se aprovechen de estas situaciones de desamparo y de los resquicios de la ley. En situación de extrema necesidad, me gustaría saber qué proceder adoptaríamos.
Es cierto que no se puede tener un barrio como el de las Letras, con edificios enteros no sólo desafectados sino también abandonados a la suerte del paso del tiempo más aún cuando uno de estos edificios ha estado habitado por personajes ilustres de nuestra Historia literaria. Recuerdo la casa de Velázquez en Valladolid, la de Juan Ramón Jimenez en Moguer (Huelva) o la de Víctor Hugo en París, y tantas otras mas repartidas por el mundo, y no entiendo cómo, con el gran número de turistas que visitan nuestra ciudad, no se intenta aprovechar estas ilustres moradas para disfrute de la turistada tanto lugareña como foránea. Las moradas de los escritores siempre se han considerado como un patrimonio nacional y como tal se debería de sacarles partido.
En una ciudad como Madrid, en la que los albergues están abarrotados, donde muchos vagabundos ocupan portales, soportales y túneles ya que las estaciones de metro y otros lugares sólo se abren en épocas de invierno, ya me dirán uds. donde se pueden refugiar todos los sin-techos de nuestra ciudad y todos los padres o madres de familia que se han quedado en el paro y cuya indemnización o subsidio no les alcanza ni para la manutención diaria de su familia. Ahora bien, estoy totalmente en contra de que se ocupen edificios históricos como pueden ser los del Barrio de las Letras y menos aún teatros, como por ejemplo el Albeniz, cerrado a cal y cuanto, aunque al parecer, no lo suficiente ya que el edificio acaba de ser ocupado por algunas familias.
Por otro lado, la culpa no la tienen, evidentemente, los propietarios de viviendas vacías, si bien a río revuelto, siempre habrá algunos que se aprovechen de estas situaciones de desamparo y de los resquicios de la ley. En situación de extrema necesidad, me gustaría saber qué proceder adoptaríamos.
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