Este sábado de frío y hielo decidí quedarme en casa y ver una buena película. Tengo unas cuantas películas chinas y coreanas las cuales llevo muchos años sin volver a ver. Elegí una de ellas, una coreana, La Isla de Kim ki-duk pero me equivoqué, tuve que parar la cinta varias veces para respirar hondo dudando entre apagar directamente el dvd o seguir con ella y eso que ya la había visto.
Una joven vive en un pequeño islote alquilando casas flotantes a pescadores. Les vende comida, bebida e incluso su cuerpo por las noches. Un día llega un chico que alquila una de las casas para esconderse de la policia, se creará entre ellos una especie de relación amor-odio que les llevará a hacer más de una locura.
El espacio es realmente idílico, una isla de agua rodeado de árboles, donde la bruma se va extendiendo e infunde una atmósfera misteriosa e intrigante. Un microcosmos en el que las acciones se van desarrollando en un mutismo que acentúa el aspecto sobrenatural tanto del espacio como de la trama.
El tiempo parece también detenerse en el lago, la atmósfera espacial incide en este aspecto intemporal y como suspendido en el tiempo, aunque no hay marcha atrás, las acciones del pasado funcionan como un destino inexorable y sin piedad.
Se sabe poco o casi nada de los personajes, de su historia, unas breves incursiones de personajes van aportando sinuosamente una luz, unos indicios sobre el pasado de estos seres que buscan en el lago refugio o distracción. Pero estos personajes de carne y hueso, cuyo pasado se desconoce, y cuya personalidad es configurada por unas leves sugerencias no son más que seres demoniacos.
No existe piedad en cuanto al devenir del ser humano sólo los peces, innecesariamente mutilados, parecen tener un futuro en este espacio fantasmagórico.
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