domingo, 10 de junio de 2012

NI HABLAR por Marta Sanz

Marta Sanz es una de las colaboradoras de los Sábados Negros y acaba de escribir este artículo para el suplemento El Cultural del diario El Mundo del 8 de junio del 2012. Es para mí un placer poder insertar en este  blog su escrito.


NI HABLAR por Marta Sanz

Ahora que confío menos que nunca en la cultura institucional por razones ideológicas -es decir, económicas- y por el desprestigio mismo de la cultura, lo cultural y los cultos; ahora que los escritores experimentan esa buena mala conciencia de Vallejo cuando escribió “Un hombre pasa con un pan al hombro/ ¿Voy a escribir, después sobre mi doble?”; ahora, me gustaría hacer visibles algunas iniciativas.

Alfonso Sobrino organiza actividades en la Asociación Cultural Rosa Luxemburgo de Aravaca. Allí los escritores hablan de sus libros con un público numeroso. Alfonso imprime unos marca-páginas que reparte gratis: no hay dos iguales y, cuando pienso en el cuidado con que pega las flores secas, me parece que Alfonso es un hombre de un mundo que ya no existe. Manuel Rodríguez se encarga de los Sábados negros en Traficantes de sueños. Busca libros y autores, elige canciones y películas, redacta un cuestionario. En otra librería de Lavapiés, Burma, los escritores leen en voz alta fragmentos de sus novelas gracias al trabajo de Manolo. Manuel y Alfonso hacen lo que hacen por un deseo de aprender que se transforma en acto de generosidad hacia los que compartimos un rato con ellos. No tienen patrocinador. No tienen nada y tienen mucho, porque consiguen dar a conocer a más escritores que una Diputación. Si hubiera más Alfonsos y Manueles, nadie compraría una Caja de Ahorros con dinero público para revenderla después. Porque estas cuestiones tienen que ver con la ética, pero también con la estética, la educación, la cultura y el sentido común. 






Quisiera dar las gracias a Marta Sanz y a tantos otros más, por recordarnos que existen personas en este mundo que ofrecen su saber, su tiempo e incluso parte de su economía sin pedir nada a cambio, de forma benévola, sin siquiera imaginar que se pueda cobrar por estos trabajos que desarrollan de forma voluntaria muchos colectivos, para ayudar al próximo, para formarle, para entretenerle y para transmitirle aunque sólo sea una pequeña porción de la cultura que civilizaciones antiguas y contemporáneas han desarrollado durante siglos.

Gracias también y sobre todo a todas las ONG, religiosas o seglares, que trabajan voluntariamente para mejorar la vida de los más desfavorecidos, de los que no tienen estudios, de los que no tienen trabajo, de los que no tienen ni un filete ni un pescado ni un plato de lentejas para llevarse a la boca, ni un pantalón, ni una falda o camisa para cambiarse, y lo peor, que no tengan ni para alimentar a sus hijos. 

Y pienso sobre todo a todos estos emigrantes árabes, sud o centroaméricanos e incluso europeos que han poblado este país en busca de un trabajo digno y que han estado haciendo el trabajo que los españoles ya no queríamos y que por culpa de todos estos farsantes políticos, economistas y banqueros no sólo van a tener que regresar a sus tierras sin poder ver todos sus sueños materializados sino que ya están volviendo.

Y me duele todavía más que, por culpa de esta maldita crisis, nos volvamos unos egoistas, que nos olvidemos de lo que significa la palabra Solidaridad y que sólo pensemos que todos estos políticos y banqueros van a llevar a "nuestro" país a la bancarrota y por consiguiente a la ruina de las familias y concluiremos que "todos estos extranjeros" sobran.

Mientras creíamos que había habichuelas para todos, no nos ha preocupado compartir el trabajo con los trabajadores de otros países, me temo que a partir de ahora vamos a emular a los de la "fiebre del oro" de las películas americanas e intentar utilizar todas las artimañas para llegar el primero y así  conquistar ese puesto de trabajo por muy rutinario, penoso o peligroso que sea.

Alice


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