martes, 19 de junio de 2012

UN PASEO ARQUEOLÓGICO POR EL BERRUECO




 El Berrueco


Este fin de semana nos vamos de excursión de la mano de nuestro amigo y arqueólogo Fabián y estoy convencida que esta vez tampoco nos defraudará. Será la cuarta vez que nos apuntamos a las visitas que organiza Fabián a unos de los múltiples Castros que pueblan nuestro país.

Fabián es licenciado en Prehistoria y Arqueología por la Universidad de Granada, doctor por la Universidad de Valladolid y desde 1987, arqueólogo territorial de la Junta de Castilla y León y a pesar de estar siempre entregado a su trabajo, estos últimos años se ha brindado amablemente a darnos a conocer estos yacimientos.






 

El primer castro que visitamos, los amigos bejaranos y madrileños, fue el yacimiento arqueológico del Berrueco.




Como comenta nuestro amigo Antolín, a quien voy a fusilar la descripción del evento, no sólo hemos disfrutado de un hermoso día de campo, sino que hemos aprendido también a valorar lo que significa para un ciudadano del Siglo XXI un yacimiento arqueológico como el del Berrueco.

Y es que no hemos visto uno, sino hasta 5 lugares en los que hace miles de años desde 12000 antes de Cristo hasta la era romana vivían, cazaban, jugaban, trabajaban, amaban nuestros antepasados.

Si además de un espléndido día, tienes de guía-maestro a J.F. Fabián, el placer es aún mayor, porque además de su capacidad didáctica y de sus profundos conocimientos en arqueología, se une la pasión por su tierra y por su trabajo.




El Berrueco, según Fabián es un lugar muy conocido en Europa, dentro del mundillo de la arqueología. Los arqueólogos no se explican qué tendría ese lugar para haber sido elegido como zona para vivir por tantas personas durante tanto tiempo. Es un yacimiento que ha sido excavado en diferentes ocasiones, aunque aun aguarda un estudio a fondo y una puesta en valor de ese patrimonio arqueológico. Escuchar a Fabián es sumergirte en un mundo mágico y antiguo, un mundo en el que las personas luchaban por la supervivencia con una escasez casi total de medios materiales, pero con todos los ingredientes de lo que significa un ser humano.

Iniciamos el paseo a 200 metros del cruce entre la carretera del Tejado y la SA 102, bajo un encinar de los pocos que se salvaron en el gran incendio ocurrido hace unos años. Además de ser un paseo arqueológico, resultó ser también un paseo aromático, dado el perfume que desprendían los tomillos, cantuesos y escobas, que según íbamos avanzando por el campo iban desprendiendo aromas que nos acompañaron durante todo el día.




Otra característica del paseo era la gama de colores con que la naturaleza nos obsequiaba en esta primavera retrasada, desde los verdes de prados, fresnos, encinas, el intenso amarillo de las escobas, el morado del cantueso, el gris-pardo del granito, el negro de las encinas quemadas y el blanco de las nieves de las Sierras de Béjar y Gredos. Porque el panorama que se domina desde el Berrueco es de los que "quitan el hipo".




La primera parada ha sido en el Castro de Las Paredejas, cuyo nombre, según nos contó Fabián, lo pusieron los campesinos de la zona, porque encontraban al cavar las paredes de los cimientos de un Castro que allí había en el siglo I a.C.






Una de las cosas que Fabián nos ha enseñado es a mirar en el campo para descubrir numerosos restos de cerámicas de las personas que allí vivieron durante cientos de años. También nos comenta la enorme importancia que para los arqueólogos tienen los topónimos de los lugares. Un nombre de santo, por ejemplo indica la cercanía o la existencia de una iglesia, que normalmente se construía sobre un lugar dedicado al culto religioso por estos antepasados, ya que la religión, entendida como la búsqueda o el culto a algo trascendente, se encuentra en todas estas culturas.

Atravesando numerosas alambradas, que vaya ud. a saber para qué están, ya que no hay ganado ni nada que lo pueda justificar desde el punto de vista económico, se llega al campamento magdaleniense del final del Paleolítico Superior (12000 a.C). Desde el mismo, la vista sobre Gredos y la Covatilla es espectacular.





Nos contó Fabián una historia personal de las excavaciones que realizaron allí mismo hace años y de cómo esta excavación fue expoliada por un vándalo de nombre Samuel, que resultó ser el cura de Armenteros. Nos contó también la persecución que él mismo realizó del tal Samuel junto a otro compinche, que desgraciadamente se le escaparon. Pero finalmente pudieron verle la cara y nos contó también que pusieron una denuncia y cómo la Justicia amparó en dicho caso al presunto delincuente, argumentando que lo había hecho "sin querer"




En fin, esto viene al hilo de que por desgracia en estas tierras, el amor, el respeto, la sensibilidad por este patrimonio arqueológico brilla por su ausencia. Esperamos que con estas crónicas podamos ayudar a entender a muchas personas que la única actitud con el patrimonio arqueológico es la del respeto. A una persona que busca restos arqueológicos con un detector de metales, no le reporta beneficio alguno encontrar una o varias piezas, pero debe comprender que sin esas piezas al arqueólogo no le resulta posible analizar el yacimiento y aportar a la ciencia la información que atesora.




Desde ahí subimos al Cancho Enamorado (1400-1000 a.C), poético nombre de un yacimiento situado en lo alto del Berrueco, al que solo por subir cada uno de los paseantes se mereció un premio, porque la subida "tiene tela".




El premio sin duda fue la espléndida vista que se divisa desde arriba, con el Tormes por un lado, Gredos, la Sierra de Béjar, Los picos de Valdesangil, la Teta de Gilbuena e incluso en días claros, Salamanca.




Desde Cancho Enamorado, donde repusimos fuerzas, que ya estaban muy menguantes, bajamos a El Berroquillo (Edad del Bronce) y desde allí al coche y dimos por finalizada la excursión.


El Berroquillo

En El Berroquillo, Fabián nos enseñó lo que pudo ser un "altar" donde los Vetones celebraban sus sacrificios que no sólo eran de animales.




Ya de vuelta qué agradable es contemplar, aunque sólo sea desde el coche, las preciosas murallas de Ávila.


Para el que quiera saber más:



http://www.castrosyverracosdeavila.com/cyv/contenido/castros/1/pdf/guia.pdf 
Ruta de los Castros vettones de Ávila  y su entorno de J. Francisco Fabián García. Ed. Gran duque de Alba de la Deputación de Ávila, 2007 
Celtas y Vettones. Exposición. Exca. Diputación provincial de Ávila. Ávila Septiembre-Diciembre 2001




Próximamente :
Castro de Las Cogotas (Ávila)



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