domingo, 19 de mayo de 2013

RELATO - LA CUESTA DE LOS PERROS



DON ANSELMO  



Andaba yo aquel día meditabundo y cabizbajo. Paseaba por las calles desiertas de mi pueblo. Era domingo y era temprano. Los lugareños estarían todavía restregándose las legañas y quizás se arrimaban cariñosamente a la mujer o al marido para aprovechar el descanso semanal y cumplir con el ritual dominical.


Yo ya no estaba para tales equilibrismos. La mujer me había abandonado hace ya muchos años y, tal vez, me estaría mirando desde los cielos hacia los cuales mis ojos, cada mañana, se alzaban.

Me dirigí a la parroquia donde acudía cada domingo, no sólo a escuchar misa, sino también a disfrutar del concierto que tanto gustaba a mi amada esposa. Sin embargo, esa mañana me esperaba una sorpresa.

Como cada domingo, antes de entrar en la parroquia, me acerqué al tablón de anuncios y ojeé los avisos mortuorios expuestos, pero cuál fue mi sorpresa al ver junto a esos mismos, el nombre de mi difunta esposa anunciando su próxima boda. En un primero momento, me quedé atónito y enseguida pensé que se trababa de una broma de alguno de mis paisanos, sabedor de mis desvelos por la mujer pero descarté de inmediato tal idea, estaba seguro que nadie del pueblo me quería mal alguno.
        

Título: Presente inmediato. Autor: Paulino Aliseda


Totalmente desorientado por los acontecimientos, esperé que acabara la misa y me dirigí hacia el párroco para expresarle mi desazón.

Don Anselmo me saludó efusivamente:


- Hombre, Demetrio, hace tiempo que no hablamos tú y yo. ¿Cómo andas? Te conminé a que vinieras a charlar conmigo y te estaba esperando. Me alegro de que por fin te hayas decidido.

- Don Anselmo, alguien me está gastando una broma, acabo de ver con mis propios ojos el anuncio de la boda de mi difunta esposa. Ha muerto hace ya muchos años y no consigo olvidarla. ¿Quién me desprecia tanto como para gastarme tan pésima broma? Acaso alguien me guarda rencor y por ello me atosiga de esta manera.

- Demetrio, amigo, tienes que cuidarte, sabes que cuando quieras puedes venir a hablar conmigo, pero creo que tienes que acudir a un especialista para superar este trance.

- ¿Acaso mi mujer me quiere dar celos para que yo acuda a su amparo y que juntos vivamos felices esa otra vida al igual que lo hizo Jesús con el género humano salvándole del pecado y de la muerte?

Y don Anselmo contestó:

- Querido amigo, nadie puede salvar al mundo, sólo se puede salvar a sí mismo reconociendo la realidad y disfrutando de la oportunidad que le ha dado Dios de abandonar esta vida terrenal y así vivir feliz una vida celestial. 

   

No hay comentarios:

Publicar un comentario