Este último jueves fui al
cine, a unos de los Renoir de la capital de España, a la sesión de las 20 h 30 y
cuál fue mi sorpresa al ver que en la sala estábamos sólo dos personas. ¡Triste
panorama para el cine en general y para el cine español en particular!
Fui a ver “los niños
salvajes”, un título que no me acaba de gustar sobre todo cuando se trata de definir a
unos adolescentes que intentan encontrar su lugar en un entorno familiar y
escolar cada vez más complejo, exigente y opresivo.
La amistad, la complicidad y la lealtad de unos compañeros les servirán de refugio frente a un interior y exterior paternalista y que perciben como hostil. Los tres chicos, Alex (Alex Monner), Gabi (Albert Baró) y Oki (Marina Comas), sintiéndose incomprendidos, se enfrentarán a sus progenitores y profesores tratando de imponer su propia visión de la realidad social.
La amistad, la complicidad y la lealtad de unos compañeros les servirán de refugio frente a un interior y exterior paternalista y que perciben como hostil. Los tres chicos, Alex (Alex Monner), Gabi (Albert Baró) y Oki (Marina Comas), sintiéndose incomprendidos, se enfrentarán a sus progenitores y profesores tratando de imponer su propia visión de la realidad social.
Son muy numerosas las
películas que se han llevado al cine sobre la adolescencia rebelde y muy pocas se
han visto agraciadas por un feliz
epílogo. La adolescencia es un periodo de la vida complejo en el que los
jóvenes buscan la autonomía, la independencia y por lo tanto la afirmación personal
enfrentándose para ello a los espacios en los que se desenvuelven -la familia, el
colegio y la sociedad en general- que perciben como entornos en los que no se les
escucha, ni se les comprende, ni se respetan sus opiniones.
El tránsito de la adolescencia a una cierta
madurez así como un entorno familiar y social que no favorece la comunicación pueden
incidir negativamente en los comportamientos de los jóvenes y en numerosas
ocasiones el cine se ha preocupado de plasmar estas realidades sociales relacionando
la juventud con tabaquismo, alcoholismo, drogadicción, sexo y violencia.
Es el cine americano el que más ha retratado a
los profesores de instituto intentando domar a los jóvenes y rebeldes adolescentes, podría citar como ejemplo:
En La Forja de hombres de Norman Taurog (1938), el padre Flanagan, interpretada por Spencer Tracy, es el encargado de llevar por buen camino a una pandilla de chicos abandonados y casi delincuentes.
Semillas de maldad de Richard Brooks (1955) protagonizada por Glenn Ford, Anne Francis, Sidney Poitier y Vic Morrow. Un soldado veterano acepta un empleo como profesor en un conflictivo colegio público. Enseguida comprende que no será tarea fácil ganarse el respeto de los alumnos, algunos de los cuales son delincuentes en potencia. A pesar de que el ambiente es poco propicio, está decidido a trabajar duro para hacer de sus alumnos hombres de provecho.
En Rebelde sin causa de Nicholas Ray (1955) con James Dean y Natalie Wood, un chaval llega a un nuevo instituto en el que encuentra el amor mientras presume de hacer todo aquello que sus padres le prohíben. En realidad, se trata de una de las primeras películas de la historia que reflejaron la angustia y desencanto del adolescente norteamericano, a años luz del ingenuo idealismo del “sueño americano”.
Rebelión en las aulas de James Clavell (1967) con Sidney Poitier. Mark Thackeray, un ingeniero negro sin trabajo, acepta un empleo como profesor de un grupo de estudiantes blancos bastante conflictivos en una escuela de la periferia de Londres. Intentará sin éxito ganarse su confianza utilizando los métodos tradicionales, pero no tendrá más remedio que recurrir a otros procedimientos para ganarse la confianza de los alumnos.
Rebeldes de Francis Ford Coppola (1983) es una película sobre los 50 en la que dos adolescentes pertenecientes a una banda se dedican a vagar por las calles, uno de ellos conocerá a una chica bien pero se verá envuelto en un crimen de otro joven.
Volviendo a la película Los niños salvajes de Patricia Ferreira y sin que pueda considerarse una obra maestra, destacaría el retrato que se hace de la adolescencia en las grandes ciudades y el trabajo impecable de los tres jóvenes protagonistas así como el buen engarzamiento de las distintas secuencias.
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